domingo, 25 de septiembre de 2011

Estratego

Tengo una nueva asignatura, me la da el profesor de edad mas avanzada que haya tenido hasta el momento. un hombre entrañable, ya me fijé que padecía temblores que disimulaba con un constante agitación de manos de arriba a abajo, con un movimiento circular parecido a como hacen los ponentes y oradores para captar la atención de la sala.
He llegado tarde las 4 veces que e tenido clase con él, ya se sabe, a primera hora de la mañana es difícil encontrar un bici en la periferia de Valencia si te levantas un poco más tarde de las 8:20, no hay ningún arrecife metálico que me guarde una bici al verme asomar por la esquina, y aparte de eso también e tenido la genial idea de acercarme a hora punta a Blasco Ibañez con el coche, experimento que no volveré a repetir.
El caso esque nunca e recibido de su parte una mala mirada ni un gesto de desaprobación, es un hombre cauto que guarda los viejos modales de aquellos que piensan que enseñar es una experiencia de transmitir conocimientos que tiene su punto de arte e ingenio, lo sé porque no se limita a explicar, también quiere sorprender, como se hace esto? este hombre lanza preguntas al aire, y no las duras preguntas de un profesor de matemáticas que con solo pronunciar tu nombre te deja helado, no, son preguntas de lógica y sentido comun, el hombre sonrie continuamente y deja que avances con tu razonamiento mientras va esbozando una diminuta sonrisa y que, si te paras a mirar, al menos a mi me resulta bastante contagiosa.

La asignatura se llama Psicología de la Educación y la Instrucción, y estábamos hablando de las diferencias que se producen en la mente de las personas una vez que han aprendido mucho en un campo determinado. Es decir, ¿qué cambios se producen en la mente de un psicólogo experto, de un abogado experto o de un ajedrecista experto? ¿Qué tienen en común todos esos cambios? que hace diferente un expertos de un novato.. El caso esque este hombre ya nos había planteado un experimento realizado con ajedrecistas, cito:

"DeGroot (1965) realizó un estudio pionero con expertos ajedrecistas. En el mismo participaron maestros ajedrecistas, buenos ajedrecistas y novatos o principiantes. A todos ellos se permitió ver ejemplos de jugadas de ajedrez y pensar en voz alta las posibilidades de una jugada y de las contra-jugadas de los oponentes a cada jugada. La hipótesis inicial del estudio era que los maestros se caracterizarían por tener mayor amplitud de procesamiento (considerarían más posibles movimientos en una jugada) y mayor profundidad (considerarían más movimientos del oponente) en comparación con los demás jugadores. Los resultados fueron completamente inesperados: no había diferencias en amplitud ni profundidad entre los dos grupos, ningún jugador consideraba todas las jugadas posibles, y los maestros consideraban jugadas de mayor calidad en comparación con los otros jugadores. "

Lo cierto es que nos pregunto como podía ser esto, y yo para otras cosas no, pero al ajedrez, soy un picotes.. siempre me a parecido que es una virtud saber jugar bien a ese juego, y en cierto modo si que estaba casi convencido de que lo que te hace mejor es ese poder para anticipar jugadas, hay veces que juegas una partida paralela en tu cabeza, mientras se desarrolla el juego calculando hasta una serie de 6 o 7 jugadas futuras, antes de mover ficha. ahora me estaban diciendo que el matiz estaba en  la calidad  de esas jugadas y no en la posibilidad de calcular miles de movimientos diferentes, y como se hace esto de la calidad¿? parece ser que de alguna manera, el experto sabe que fichas tienen realmente importancia, se puede centrar específicamente en una jugada concreta porque tiene asumido perfectamente el contexto de las demás fichas, lo cual hace que necesite gastar menos energía para las fichas que no encajan en el contexto de una jugada determinada.


En la vida, quien sabe si aveces somos un simple peón, parece que la vida no vaya con nosotros, y giramos en torno a un mundo que se nos hace extraño, en cambio otras veces podemos sentir que el mundo gira en torno a nosotros, somos reyes y miramos desde arriba, las detestables fichas negras son todos esos pequeños obstáculos de la vida diaria, aveces hay obstáculos que en función de si nos sentimos como un peón o un rey se nos pueden hacer eternos, o podemos trotar sobre ellos sin inmutarnos. pero no vendría mal, de vez en cuando hacer revisión de sobre que fichas estamos construyendo la partida y sobre que obstáculos estamos dedicando más tiempo, simplemente por no desperdiciar energía tontamente, simplemente por vivir, por la propia calidad de vida, haber si un día por intentar liquidar un peón, nos vamos a topar con una dama negra, o viceversa, a lo mejor algunos peones nos están acribillando mientras nosotros descargamos nuestra furia asesina sobre la dama negra, y aguantamos el tirón, porque creemos que esa es la mejor jugada, quien sabe.

nose.. me gusta divagar.


PD: solo para ajedrecistas expertos